Los riñones son órganos vitales que desempeñan funciones esenciales en el mantenimiento del equilibrio interno del cuerpo, tales como: filtrar la sangre, eliminar desechos y el exceso de líquidos, controlar la presión arterial, producir glóbulos rojos y mantener los niveles de electrolitos. A menudo, su trabajo pasa desapercibido hasta que surgen problemas, y lo que mucha gente ignora es que muchos de estos problemas son el resultado directo de hábitos alimenticios inadecuados y sostenidos en el tiempo.
I. Hábitos alimenticios que dañan los riñones
Una dieta rica en alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas somete a los riñones a una carga de trabajo excesiva, porque se ven forzados a filtrar cantidades industriales de compuestos nocivos. Este estrés crónico es el primer paso hacia la enfermedad renal.
Exceso de sal y sodio oculto
La mayoría de los profesionales en medicina van a indicar que el sodio es el enemigo más conocido de los riñones, principalmente por su impacto en la presión arterial.
- Mecanismo de daño. Los riñones regulan el equilibrio de sodio y agua. Pero, ante un consumo excesivo de sal, los riñones se ven en la obligación de retener más agua para diluir el sodio. Esto aumenta el volumen de sangre circulante, lo que a su vez eleva la presión arterial sistémica, dando lugar a lo que se conoce como hipertensión. Vale destacar que la hipertensión crónica es la segunda causa principal de insuficiencia renal.
- Fuentes peligrosas. No solo se trata de controlar el uso del salero. La mayoría del sodio proviene de alimentos procesados, como conservas, snacks, comidas rápidas y productos de panadería.
Consumo excesivo de proteínas animales
Si bien la proteína es esencial, en especial para mantener los músculos en excelentes condiciones, el exceso de proteína de origen animal impone una alta carga ácida y metabólica, que también ocasiona consecuencias sobre los riñones.
- Mecanismo de daño. El metabolismo de las proteínas produce subproductos de desecho nitrogenados, como la urea. Los riñones deben trabajar intensamente para eliminar estos compuestos del organismo. En individuos con riesgo o daño renal preexistente, este esfuerzo metabólico puede acelerar la tasa de deterioro renal.
- La carga ácida. Las proteínas animales, en especial las que provienen de las carnes rojas, generan una alta carga de ácido en el organismo. Ante esta condición, los riñones deben hacer un gran esfuerzo para neutralizar dicho ácido. Este trabajo excesivo y constante puede comprometer el funcionamiento de los riñones a largo plazo.
Azúcares y bebidas azucaradas
El consumo elevado de azúcares, además de ser el camino a la obesidad, también es el principal impulsor de la diabetes mellitus, la causa número uno de enfermedad renal crónica.
- Mecanismo de daño. El azúcar en exceso eleva los niveles de glucosa en sangre. Para filtrar esta glucosa, los riñones deben forzar a los diminutos vasos sanguíneos (glomérulos) a trabajar más. Con el tiempo, esta tensión daña los vasos, provocando que las proteínas, como la albúmina, se filtren en la orina, y que la capacidad de filtración del riñón se reduzca progresivamente, hasta el punto de ser un daño irreversible.
Fósforo excesivo y los aditivos
El fósforo es un mineral valioso para el organismo, pero en exceso se convierte en un riesgo, especialmente el que se encuentra en forma de aditivos, mejor conocido como fosfatos.
- Mecanismo de daño. Unos riñones sanos eliminan el exceso de fósforo. Cuando los riñones fallan, el fósforo se acumula en la sangre. Los niveles altos de fósforo pueden extraer calcio de los huesos, haciéndolos débiles, lo que abre camino a la osteoporosis; y también pueden causar depósitos de calcio peligrosos en los vasos sanguíneos y el corazón.
- Fuentes peligrosas. Los fosfatos inorgánicos, que son los aditivos que se encuentran en muchos alimentos procesados, refrescos de cola y ciertas carnes preparadas, se absorben mucho más fácilmente que el fósforo natural, lo que representa una carga rápida y alta para los riñones.
II. Guía práctica de hábitos saludables para la protección renal
Proteger los riñones implica adoptar una serie de hábitos, como una dieta antiinflamatoria y baja en carga ácida, centrada en el control de la presión arterial y el azúcar en sangre.
Controlar el sodio y usar sustitutos
La reducción del consumo de sodio es la intervención dietética más efectiva para controlar la hipertensión y su evidente daño a los riñones.
- Limite el sodio. La OMS recomienda un consumo de menos de 5 gramos de sal (equivalente a 2000 mg de sodio) por día. Evite alimentos envasados y prefiera cocinar en casa.
- Sustituya la sal. Algunos sustitutos saludables son las especias frescas, hierbas aromáticas, limón, vinagre o condimentos sin sodio para realzar el sabor de los alimentos.
Adoptar un patrón alimentario protector
La evidencia científica respalda los patrones dietéticos que son naturalmente bajos en sodio y ricos en micronutrientes protectores.
- Dieta DASH. Su enfoque es detener la hipertensión. Promueve la ingesta de frutas, verduras, granos integrales, lácteos bajos en grasa y un bajo contenido de sal, azúcar y carne roja. Es excelente para la presión arterial.
- Enfoque en frutas y verduras. Estos alimentos son ricos en potasio y magnesio, que ayudan a contrarrestar los efectos negativos del sodio y a reducir la presión arterial. También proporcionan la fibra necesaria para controlar el azúcar en sangre.
- Reducir proteínas animales y aumentar vegetales. Sustituir una parte de las proteínas animales por proteínas vegetales, como lo son legumbres, nueces y semillas; esto reduce la carga ácida y el estrés de filtración renal.
Hidratación inteligente
El agua es un elemento esencial para la función renal, ya que es el medio en el que se disuelven y se eliminan los desechos.
- Beber suficiente agua. Mantener una buena hidratación ayuda a los riñones a eliminar sodio, urea y toxinas. Se recomienda beber un promedio de 8 vasos de agua, aunque la cantidad exacta debe ajustarse a la actividad física y el clima.
- Evitar bebidas azucaradas y alcohol. Las bebidas azucaradas, además de contribuir a la diabetes, no hidratan eficazmente. El consumo excesivo de alcohol puede elevar la presión arterial y contribuir al daño renal a largo plazo.
Control de patologías preexistentes
La prevención de la enfermedad renal pasa inevitablemente por el control estricto de sus principales precursores, que son las patologías preexistentes.
- Control glucémico. Si padece diabetes, mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de los límites objetivo es la acción más importante para proteger los glomérulos. Como se mencionó anteriormente, los glomérulos son los diminutos vasos sanguíneos que permiten que los riñones cumplan su función de filtrado de la sangre.
- Control de la presión arterial. Monitorear y mantener la presión arterial bajo control, idealmente por debajo de 130/80 mmHg. Para ello, los especialistas recomiendan el cumplimiento de dieta, ejercicio y, si es necesario, medicación.
Los riñones son órganos de gran resistencia; sin embargo, no son invencibles. Los hábitos alimenticios nocivos, como el exceso de sodio, azúcar y proteínas, imponen una carga metabólica que, con el tiempo, puede llevar a patologías graves y a la necesidad de terapias de reemplazo renal. La buena noticia es que el cambio de hábitos, centrado en una dieta baja en sodio, rica en fibra y con un control estricto de la glucemia, no solo protege la función renal, sino que también mejora la salud cardiovascular y metabólica general. Cuidar lo que comes es, en última instancia, la forma más poderosa y accesible de cuidar tus riñones.
Fuentes:
- CDC (Centers for Disease Control and Prevention). (2024). Chronic Kidney Disease and High Blood Pressure. Disponible en: https://www.cdc.gov/kidney-disease/risk-factors/chronic-kidney-disease-ckd-and-adults-with-high-blood-pressure.html#:~:text=Adults%20with%20high%20blood%20pressure%20have%20a%20higher,how%20you%20can%20protect%20your%20heart%20and%20kidneys.
- National Kidney Foundation. (2024). Diet and Nutrition. Disponible en: https://www.kidney.org/subject/diet-and-nutrition
- NEJM (New England Journal of Medicine). (2024). Diabetic Kidney Disease. Disponible en: https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMe2406408
- OMS (Organización Mundial de la Salud). (2013). Reducción de la ingesta de sodio. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/salt-reduction
- Tuttle, K. R., et al. (2018). Dietary protein restriction for chronic kidney disease. Current Opinion in Nephrology and Hypertension, 27(6), 461-468.
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