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La edad es un factor de riesgo importante para el desarrollo de muchas enfermedades, entre ellas, las enfermedades renales. A partir de los 40 años, la función renal comienza a disminuir progresivamente, haciendo que la detección temprana de las señales de alerta sea crucial para prevenir o retrasar la progresión de la enfermedad renal crónica (ERC). Reconoce las señales de alerta clave a las que las personas mayores de 40 años deben prestar atención, la importancia de los chequeos regulares y cómo un estilo de vida saludable puede proteger la salud renal.

Envejecimiento y salud renal: Un vínculo inevitable

Con el paso de los años, los riñones, como muchos otros órganos, experimentan cambios fisiológicos que afectan su capacidad de filtrar la sangre de manera eficiente. Para Fliser et al. (2007), la tasa de filtración glomerular (TFG), una medida clave de la función renal, disminuye gradualmente a partir de los 40 años a una tasa promedio de 0.8 a 1 mL/min/1.73 m² por año. Coresh et al. (2007) indican que, esta disminución es un proceso normal del envejecimiento, pero cuando se combina con factores de riesgo adicionales como la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad o antecedentes familiares de enfermedad renal, el riesgo de desarrollar ERC aumenta considerablemente.

La ERC es una condición progresiva que, si no se maneja, puede llevar a la insuficiencia renal terminal, requiriendo diálisis o trasplante de riñón. Desafortunadamente, la ERC a menudo es asintomática en sus etapas iniciales, lo que la convierte en una enfermedad silenciosa. Por esta razón, es fundamental que las personas mayores de 40 años estén atentas a las sutiles señales que sus riñones podrían estar enviando.

Señales de alerta clave para mayores de 40 años

Es importante estar consciente de los siguientes síntomas y cambios corporales, para una detección temprana del daño renal.

Cambios en los hábitos urinarios

  • Necesidad frecuente de orinar, especialmente por la noche (nicturia). Los riñones dañados tienen dificultades para concentrar la orina, lo que lleva a una mayor producción de orina, incluso durante la noche. La National Kidney Foundation (2020) indica que, levantarse varias veces para orinar puede ser un signo temprano.
  • Orina espumosa o burbujeante. Esto puede indicar la presencia de proteínas en la orina (proteinuria), un signo de daño en los filtros del riñón (glomérulos). Levey et al. (2007) señala que, la espuma persistente, similar a la de los huevos batidos, es un motivo de preocupación.
  • Sangre en la orina (hematuria). Aunque puede ser causada por diversas condiciones, la sangre en la orina visible a simple vista o detectada en un análisis de orina microscópico nunca debe ignorarse. Podría indicar daño renal o un problema en el tracto urinario.
  • Disminución de la cantidad de orina. Si bien es menos común en las etapas iniciales, una reducción significativa en la producción de orina puede ser un signo de deterioro severo de la función renal.

Hinchazón (edema)

Cuando los riñones no pueden eliminar el exceso de sodio y líquidos del cuerpo, estos se acumulan, causando hinchazón.

  • Hinchazón en pies y tobillos. Según, Stevens et al. (2013), este es un síntoma clásico, pero también puede aparecer en las manos y la cara (especialmente alrededor de los ojos).
  • Hinchazón abdominal. La acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) también puede ocurrir en etapas avanzadas.

Fatiga persistente y debilidad generalizada

Los riñones sanos producen una hormona llamada eritropoyetina, que estimula la producción de glóbulos rojos. Cuando los riñones fallan, la producción de esta hormona disminuye, lo que lleva a anemia. La anemia causa fatiga, debilidad, dificultad para concentrarse y sensación de frío.

Piel seca y picazón (prurito)

Los riñones desempeñan un papel crucial en la eliminación de toxinas del cuerpo. Ketteler et al. (2011) afirma que, cuando no funcionan correctamente, estas toxinas se acumulan en la sangre, lo que puede provocar picazón intensa, piel seca y erupciones cutáneas.

Dolor de espalda o en el costado

Aunque el dolor en la espalda baja es común y a menudo no está relacionado con los riñones, un dolor persistente en la parte superior de la espalda o en los flancos, debajo de las costillas, puede ser un signo de problemas renales, como infecciones o cálculos renales que impactan la función.

Pérdida de apetito, náuseas y vómitos

De acuerdo con, Klahr et al. (1994), la acumulación de toxinas urémicas en la sangre debido a la función renal deteriorada puede afectar el sistema digestivo, causando pérdida de apetito, náuseas, vómitos y un sabor metálico en la boca (urémica).

Dificultad para respirar

La dificultad para respirar puede ser un signo de acumulación de líquido en los pulmones (edema pulmonar), según Sarnak et al. (2010), esto ocurre debido a la sobrecarga de líquidos que los riñones no pueden manejar. También puede estar relacionada con la anemia asociada a la enfermedad renal.

 

La salud renal es un componente vital del bienestar general, y su protección se vuelve cada vez más importante a partir de los 40 años. Aunque la disminución de la función renal es una parte natural del envejecimiento, estar consciente de las señales de alerta, someterse a chequeos regulares y adoptar un estilo de vida saludable son pasos proactivos que pueden marcar una diferencia significativa. La detección temprana y la intervención oportuna pueden retrasar la progresión de la enfermedad renal, preservar la calidad de vida y evitar complicaciones graves. No espere a que los síntomas sean severos; escuche a su cuerpo y hable con su médico si tiene alguna preocupación sobre la salud de sus riñones.

 

Fuentes:

  • Coresh, J., Selvin, E., Stevens, L. A., Manzi, N., Kusek, J. W., Eggers, J., … & Levey, A. S. (2007). Prevalence of chronic kidney disease in the United States. JAMA, 298(17), 2038-2047.
  • Fliser, D., Rettig, R., & Haller, H. (2007). Aging and the kidney. Journal of the American Society of Nephrology, 18(9), 2439-2442.
  • Ketteler, M., Bigler, R. D., & Thadhani, R. (2011). Diagnosis, evaluation, and management of chronic kidney disease-mineral bone disorder in patients with chronic kidney disease. Clinical Journal of the American Society of Nephrology, 6(12), 2951-2962.
  • Klahr, S., Levey, A. S., Beck, G. J., Caggiula, A. W., Hunsicker, L. G., Gassman, P., & Gaston, R. S. (1994). The effects of dietary protein restriction and blood pressure control on the progression of chronic renal disease. New England Journal of Medicine, 330(13), 877-884.
  • Levey, A. S., Eckardt, K. U., Tsukamoto, Y., Levin, A., Coresh, J., Rossert, P. J., … & Eknoyan, G. (2007). Definition and classification of chronic kidney disease: a position statement from Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO). Kidney International, 72(1), S1-S8.
  • National Kidney Foundation. (2020). 10 Signs You May Have Kidney Disease. Recuperado de https://www.kidney.org/atoz/content/10signs-you-may-have-kidney-disease [Fecha de consulta: 1 de julio de 2025].
  • Sarnak, M. J., Amann, K., & Beck, L. H. (2010). Cardiovascular disease and chronic kidney disease: is there a common underlying pathology? Seminars in Nephrology, 30(6), 619-629.
  • Stevens, L. A., Coresh, J., Greene, T., & Levey, A. S. (2013). Assessing kidney function—measured and estimated GFR. New England Journal of Medicine, 369(1), 187-198.
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