Las enfermedades renales crónicas (ERC) afectan a millones de personas en todo el mundo, y su progresión puede llevar a la insuficiencia renal terminal, una condición que requiere diálisis o trasplante de riñón para sobrevivir. A menudo, la ERC avanza silenciosamente, sin síntomas evidentes en las etapas iniciales, lo que dificulta su detección temprana. Sin embargo, existen varios factores de riesgo bien identificados que aumentan la probabilidad de desarrollar esta enfermedad, los cuales deben ser conocidos por todos, para que tomen las medidas preventivas pertinentes, entre ellos, destacan la diabetes, la hipertensión, el sedentarismo y la obesidad.
Diabetes: Un factor de riesgo principal
La diabetes, tanto tipo 1 como tipo 2, es un factor de riesgo significativo en el desarrollo de la enfermedad renal crónica (ERC), conocida también como nefropatía diabética. Mayo Clinic (2023) indica que los daños renales relacionados con la diabetes, se pueden presentar de diferentes maneras:
Hiperglucemia y daño microvascular
Los niveles elevados de glucosa en sangre dañan los pequeños vasos sanguíneos de los riñones, específicamente los glomérulos, que son las unidades de filtración. Este daño conduce a la glomeruloesclerosis, que es el engrosamiento y la cicatrización de los glomérulos, reduciendo su capacidad de filtración.
Aumento de la presión intraglomerular
La diabetes puede aumentar la presión dentro de los glomérulos, lo que también contribuye al daño renal.
Este aumento de presión puede provocar la filtración de proteínas en la orina (albuminuria), un signo temprano de nefropatía diabética.
Inflamación y fibrosis
La diabetes promueve la inflamación y la fibrosis en el tejido renal, lo que agrava aún más el daño renal.
Hipertensión: Presión arterial alta y riñones
La hipertensión arterial es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de la enfermedad renal crónica (ERC). La presión arterial alta puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones, lo que dificulta su capacidad para filtrar los desechos y el exceso de líquido del cuerpo. Con el tiempo, este daño puede provocar insuficiencia renal, a través de alguno de los mecanismos a los que hace referencia el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (2021).
Daño a los vasos sanguíneos renales
La presión arterial alta puede dañar las arterias y arteriolas dentro de los riñones, lo que reduce el flujo sanguíneo a los riñones. Esta reducción del flujo sanguíneo puede dañar los glomérulos, las unidades de filtración de los riñones.
Glomeruloesclerosis
La hipertensión puede provocar glomeruloesclerosis, que es la cicatrización de los glomérulos. La glomeruloesclerosis reduce la capacidad de los riñones para filtrar los desechos y el exceso de líquido.
Aumento de la presión intraglomerular
La presión arterial alta puede aumentar la presión dentro de los glomérulos, lo que también contribuye al daño renal. Este aumento de presión puede provocar la filtración de proteínas en la orina (albuminuria), un signo temprano de nefropatía hipertensiva.
Sedentarismo: La inactividad física y su impacto
El sedentarismo, o la falta de actividad física regular, también puede aumentar el riesgo de ERC. La inactividad física contribuye a una serie de condiciones que, a su vez, aumentan el riesgo de daño renal.
Asociación con otras enfermedades
El sedentarismo está estrechamente relacionado con el desarrollo de hipertensión y diabetes tipo 2, dos de los principales factores de riesgo para la ERC. La falta de actividad física también contribuye a la obesidad, que puede ejercer una carga adicional sobre los riñones.
Inflamación y estrés oxidativo
La inactividad física puede promover la inflamación crónica y el estrés oxidativo, procesos que dañan los vasos sanguíneos y los tejidos renales. Estos procesos pueden acelerar la progresión de la ERC.
Deterioro de la función cardiovascular
El sedentarismo afecta negativamente la salud cardiovascular, lo que a su vez puede reducir el flujo sanguíneo a los riñones. Un flujo sanguíneo reducido puede comprometer la capacidad de los riñones para filtrar los desechos y el exceso de líquido.
Impacto directo e indirecto
Es importante comprender que el sedentarismo puede afectar a los riñones de forma indirecta, al contribuir a la aparición de otras patologías, pero también de forma directa, al promover procesos inflamatorios y oxidativos.
La actividad física regular, por otro lado, puede mejorar la función cardiovascular, reducir la inflamación y ayudar a mantener un peso saludable, lo que beneficia la salud renal.
Obesidad: El exceso de peso y la salud renal
La obesidad, o el exceso de peso, es otro factor de riesgo importante. De acuerdo con Goicoechea (2024), la obesidad se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diabetes e hipertensión, y también puede dañar directamente los riñones al aumentar la carga de trabajo sobre estos órganos, siguiendo alguno de los siguientes mecanismos:
Hiperfiltración glomerular
La obesidad induce un aumento en el flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración glomerular (TFG). Aunque inicialmente compensatorio, este aumento sostenido puede dañar los glomérulos con el tiempo. Este proceso, conocido como hiperfiltración, puede llevar a la glomeruloesclerosis, que es la cicatrización de los glomérulos.
Inflamación y estrés oxidativo
El tejido adiposo libera adipocinas y citoquinas proinflamatorias, que contribuyen a la inflamación crónica y el estrés oxidativo en los riñones. Al igual que ocurre en casos de sedentarismo, estos procesos pueden dañar los vasos sanguíneos renales y el tejido renal, acelerando la progresión de la ERC.
Factores de riesgo asociados
La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar hipertensión y diabetes tipo 2, dos de los principales factores de riesgo para la ERC. La obesidad también se asocia con la apnea del sueño, que puede contribuir al daño renal a través de la hipoxia y la inflamación.
Lipotoxicidad renal
Acumulación ectópica de lípidos y aumento de los depósitos grasos en el seno renal. Este proceso, llamado lipotoxicidad, puede dañar directamente las células renales.
Las enfermedades renales crónicas son un problema de salud pública importante, pero existen medidas que se pueden tomar para reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Al controlar los factores de riesgo, como la diabetes, la hipertensión, el sedentarismo y la obesidad, y al someterse a exámenes de detección regulares, podemos proteger nuestros riñones y mantener una buena salud a lo largo de la vida.
Fuentes:
Mayo Clinic. (2023). Nefropatía diabética (enfermedad renal). Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/diabetic-nephropathy/symptoms-causes/syc-20354556
Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales. (2021). Presión arterial alta y enfermedad renal. Disponible en: https://www.niddk.nih.gov/health-information/informacion-de-la-salud/enfermedades-rinones/presion-arterial-alta-enfermedad-renal#afecta
Goicoechea, M. (2024). Obesidad y Progresión de la Enfermedad Renal. Disponible en: https://www.nefrologiaaldia.org/es-articulo-obesidad-y-progresion-de-la-enfermedad-renal-210
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